INSTRUCCIÓN ORTOPÉDICA DE POSGRADO - IMÁGENES
Resolución del caso
Ricardo Trueba
Departamento de Resonancia y  Tomografía Computada, Grupo Médico Rostagno, Diagnóstico por Imágenes,    Ciudad Autónoma de Buenos Aires,  Argentina
   Dr. Ricardo  Trueba • ricardotrueba@gmail.com 
 https://orcid.org/0000-0001-7908-817X
  
https://doi.org/10.15417/issn.1852-7434.2020.85.1.1045
Diagnóstico
Osteoma osteoide en el cuello femoral.
Discusión
El osteoma osteoide es un tumor óseo  benigno que tiende a medir menos de 1,5 cm. El tumor puede aparecer en 
  cualquier hueso del cuerpo, pero es  más común en huesos largos, como el fémur y la tibia. Representa entre el 10% 
  y el 12% de todos los tumores óseos  benignos. Puede aparecer a cualquier edad, y es más común en pacientes de 
  entre 4 y 25 años. Afecta  aproximadamente tres veces más a los hombres que a las mujeres.
  El osteoma osteoide se caracteriza por  un “nidus” asociado a esclerosis ósea reactiva, engrosamiento cortical y 
  edema óseo. El término “nidus” se  refiere al tumor propiamente dicho que está compuesto por hueso en distintas 
  fases de maduración, en el seno de un  estroma constituido por tejido conjuntivo altamente vascularizado. El centro 
  del nidus, por lo general, es la parte  más densamente mineralizada y tiene una cantidad variable de calcificación.
  El osteoma osteoide se clasifica, de  acuerdo con la localización del nidus, en:
• Cortical (el más frecuente): se  asocia típicamente a un engrosamiento cortical fusiforme de la diáfisis de un 
hueso largo, con más frecuencia, el  fémur y la tibia.
• Intramedular: típicamente localizado  en el cuello femoral, en los huesos del carpo y del tarso, y en los elementos 
vertebrales posteriores. La esclerosis  ósea reactiva suele ser de leve a moderada en esta localización. 
• Subperióstico: es más frecuente en  el cuello del astrágalo. También suele aparecer en la vertiente medial del 
  cuello femoral y en los huesos de las  manos y de los pies.
 Las radiografías revelan típicamente  una radiolucidez en el hueso de morfología redonda u ovalada que representa 
  el nidus (por lo general, <2 cm),  el cual muestra una cantidad variable de mineralización central y se acompaña 
  de un grado variable de esclerosis y  engrosamiento cortical adyacente. Puede ser difícil identificar el nidus si 
  la esclerosis ósea es muy  significativa.
  La TC proporciona la mejor  caracterización tanto del nidus como de la esclerosis ósea que lo rodea. El  nidus 
  se visualiza como una lesión de baja  atenuación, bien definida, de morfología redonda u oval y con diferentes 
  grados de mineralización central. Si  hay esclerosis ósea reactiva, esta puede variar de leve a significativa con 
  reacción perióstica y formación de  hueso nuevo, lo cual puede enmascarar el nidus. Estudios de TC con cortes 
  finos (2-3 mm) en el plano axial,  haciendo reconstrucciones multiplanares obtenidas con un algoritmo de hueso y 
  visualizados con ventana ósea,  delimitan mejor el nidus cuando es de pequeño tamaño. Aunque el uso de medio 
  de contraste intravenoso no es  necesario, puede observarse el realce de un nidus hipervascular (no  calcificado) en 
  los estudios de TC dinámicos.
  En la RM, el nidus presenta una  intensidad de señal baja-intermedia en secuencias potenciadas en T1 y una 
  intensidad de señal variable en  secuencias potenciadas en T2, según la cantidad de mineralización en el centro  del 
  nidus. Debido al aumento de resolución  espacial, un nidus calcificado puede ser visualizado como una zona central 
  de baja intensidad de señal (porción  mineralizada) y una periferia de alta intensidad de señal (porción no  mineralizada).
  Se observa hiperintensidad de señal en  la zona reactiva que rodea al nidus en secuencias potenciadas en T2 
  o STIR cuando hay edema en la médula  ósea y en los tejidos blandos adyacentes. El nidus puede mostrar intenso 
  realce tras la administración de  gadolinio intravenoso. Los hallazgos en las imágenes pueden ser inespecíficos y 
  confundirse con otras patologías  (fracturas por estrés u osteomielitis) si el edema circundante es extenso y  oculta 
  el nidus. Con frecuencia, no se pueden  detectar nidus de pequeño tamaño en la RM, porque la señal del nidus suele 
  ser similar a la del hueso cortical.
Diagnóstico diferencial
Los cambios inflamatorios severos  pueden dificultar el diagnóstico del osteoma osteoide y simular otros cuadros 
  diferentes:
• Reacción perióstica prominente y  corta edad: osteomielitis  o tumor óseo maligno (sarcoma de Ewing).
• Hipertrofia sinovial severa y  abundante derrame articular: artritis séptica o artritis crónica  inflamatoria.
• Edema significativo de partes  blandas y médula ósea que enmascara el nidus: lesión traumática (fractura por  estrés) (Figura 7), osteoporosis  transitoria (Figura  8) o  infección.
  Figura 7. Resonancia magnética de cadera derecha, corte coronal en secuencias  potenciadas en T1 (A) y STIR (B).  Se 
  observa edema óseo (aumento de la  señal) que afecta a la cabeza y el cuello del fémur, asociado a derrame  articular en un 
paciente de 30 años.
  Figura 8. Resonancia magnética de cadera derecha, corte coronal en secuencias  potenciadas en STIR (A) y T1 (B). 
  Se observa edema óseo (aumento de la  señal) que afecta al cuello femoral, con un pequeño trazo de fractura  trabecular 
(flecha) asociado a derrame articular  en un paciente maratonista.
El dolor puede aliviarse con medicamentos antinflamatorios no esteroides. El tratamiento varía según la salud del paciente. Si está sano y el dolor no le provoca una molestia importante, el tumor se trata con agentes antinflamatorios para aliviar los síntomas. Si esta terapia fracasa o la ubicación del tumor podría causar trastornos del crecimiento, escoliosis u osteoartritis, se puede considerar la ablación quirúrgica o percutánea. Aunque se demostró que es eficaz, la resección quirúrgica tiene muchas complicaciones potenciales, como la difícil identificación del tumor durante la cirugía, la recurrencia local por resección incompleta y la resección del hueso que soporta peso que puede requerir hospitalizaciones prolongadas y complicar la recuperación (Figura 9).
Figura 9. Tratamiento quirúrgico del osteoma osteoide.
Recientemente, la ablación por radiofrecuencia guiada por TC se ha convertido en una alternativa menos invasiva que la resección quirúrgica. En esta técnica, que se puede realizar bajo sedación consciente, se introduce una sonda de radiofrecuencia en el nido tumoral, a través de una aguja canulada bajo guía tomográfica y se aplica calor local para destruir las células tumorales (Figura 10).
Figura 10. Ablación por radiofrecuencia guiada por tomografía computarizada.
Conflicto de intereses: El autor no declara conflictos de intereses.