ACTUALIZACIÓN
Deformidad
colapsante progresiva del pie
Ezequiel Catá,
Julieta Porta, Ignacio Toledo
Departamento
de Cirugía de Tobillo y Pie, Servicio de Ortopedia y Traumatología, Sanatorio
Allende, Córdoba, Argentina
RESUMEN
El pie plano del adulto es una entidad ortopédica compleja que ha sido
objeto de una nomenclatura y clasificación nuevas publicadas en 2020. En este
artículo, examinamos críticamente los nuevos conceptos introducidos, como la
utilización de la tomografía computarizada con carga, analizando, en detalle,
los cambios en la terminología y la categorización de la deformidad, así como
su relevancia en la práctica clínica. Además, se revisan los estudios actuales
que respaldan y refinan esta clasificación, y se identifican áreas para investigaciones
futuras.
Palabras clave: Pie plano; tendón tibial posterior;
clasificación; deformidad colapsante.
Nivel de
Evidencia: V
Progressive
Collapsing Foot Deformity
ABSTRACT
Adult-acquired flatfoot deformity is a complex
orthopedic condition that was redefined with a new nomenclature and
classification system published in 2020. In this article, we critically examine
the newly introduced concepts, including the use of weightbearing computed
tomography, detailing the changes in terminology and classification of the
deformity and their clinical relevance. Additionally, we review current studies
that support and refine this classification and identify areas for future
research.
Keywords: Flatfoot;
posterior tibial tendon; classification; collapsing deformity.
Level of Evidence: V
INTRODUCCIÓN
El pie plano de adulto es una condición clínica
debilitante, caracterizada por una pérdida gradual del arco longitudinal
interno y la función del pie, representa una de las enfermedades con más
controversias y discusiones en el campo de la Ortopedia y Traumatología. Las
causas que generan dificultad en la comprensión de la enfermedad pueden
corresponder a su compleja etiología, su progresión natural, la variedad de la
presentación y los diferentes abordajes de tratamientos. Otro obstáculo para
entender este cuadro es la variedad de nombres que se le ha otorgado a lo largo
de la historia, como pie plano adquirido del adulto, disfunción del tendón
tibial posterior (TTP), tendinopatía del TTP, subluxación periastragalina lateral,
o simplemente pie plano del adulto. Sin embargo, con la aparición de nuevos
conceptos anatómicos, tecnologías de imágenes y técnicas quirúrgicas, la
comprensión de los detalles de esta enfermedad compleja ha crecido
exponencialmente.1,2
En 2019, un grupo de cirujanos expertos, con
importante número de publicaciones sobre este cuadro, se reunieron para lograr
un nuevo consenso y redefinir conceptos sobre la terminología, la clasificación
y el tratamiento de esta enfermedad.3
El objetivo de este artículo es proporcionar una
revisión acerca de la actual nomenclatura y la clasificación de esta
enfermedad.
Selección de los expertos
La idea original del nuevo consenso estuvo a cargo
de los cirujanos Cesar de Cesar Netto y Scott Ellis. Seleccionaron a 9 cirujanos
expertos sobre la base de publicaciones (mínimo de 10) vía PubMed en revistas
de alto impacto sobre diversos aspectos del diagnóstico y el tratamiento del
pie plano del adulto. El grupo de expertos quedó constituido
por los cirujanos Cesar de Cesar Netto (EE.UU.), Scott Ellis (EE.UU.), Lew
Schon (EE.UU.), Mark Myerson (EE.UU.), Beat Hintermann (Suiza), David
Thordarson (EE.UU.), Jeffrey Johnson (EE.UU.), Jonathan Deland (EE.UU.) y Bruce
Sangeorzan (EE.UU.). Se pidió a cada experto que hiciera una presentación de 10
minutos sobre alguna faceta del diagnóstico o el tratamiento del pie plano del
adulto. A partir de estas presentaciones y discusiones posteriores, se
formularon y votaron declaraciones de consenso adicionales específicas para
cada aspecto. La votación de cada declaración de consenso consistió en estar de
acuerdo o en desacuerdo. La fuerza de cada declaración votada se basó en el
porcentaje de aprobación: unánime (100%), fuerte (más del 75%) y débil (entre
el 50% y 75%). Luego de las declaraciones finales, se le solicitó a cada
miembro que escribiera un manuscrito resumiendo la justificación para respaldar
las declaraciones relacionadas con su charla basándose en la discusión grupal
previa, la experiencia clínica y el respaldo de la bibliografía.3
Los tópicos del consenso que se incluyeron fueron:
a) nomenclatura y clasificación nuevas, b) objetivos del tratamiento
quirúrgico, c) evaluación de la cantidad de corrección ósea en el tratamiento
quirúrgico, d) uso de la tomografía computarizada con carga (TCc), e)
indicación de la osteotomía medializante del calcáneo, f) indicación de
alargamiento de la columna lateral del calcáneo, g) indicación de la osteotomía
de apertura dorsal de la primera cuña (Cotton), h) indicación de la artrodesis
aislada de la articulación subastragalina y escafocuneana e i) indicación en la
reconstrucción del ligamento deltoideo y calcáneo-escafoideo (Spring).4-12
Nueva nomenclatura
El grupo de consenso recomendó cambiar el nombre de
la enfermedad de pie plano adquirido del adulto, por Deformidad Colapsante
Progresiva del Pie (DCPP). Deformidad,
porque es una enfermedad compleja en tres dimensiones, involucra diferentes
grados de valgo del retropié, abducción del antepié, varo del mediopié e
inestabilidad medial del tobillo. El término colapsante se elige para poder explicar que el pie se está
volviendo dismórfico en su totalidad, y no es solo la existencia de una pérdida
aislada del arco longitudinal interno (deformidad en colapso). Además, hablar
de colapso lo hace más objetivo, ya que el término plano genera cierta
subjetividad, resulta difícil de medir o cuantificar. Progresiva, entendiendo que es una enfermedad que empeora con el
tiempo, que describe la evolución natural de la enfermedad, dejando en claro
que muchos pacientes presentan un pie plano, sin dolor, y solo cuando existe un
“avance” hacia el colapso, se convierte en un problema.4
Nueva clasificación
La primera clasificación para el pie plano del
adulto fue publicada por Johnson y Strom, en 1989 (Tabla
1).13
Los autores la clasifican en 3 estadios, asociada a
la disfunción y la rotura final del TTP, y la denominan disfunción del TTP.
Myerson, en 1997, le agrega el estadio IV haciendo referencia a la afectación
de la articulación del tobillo en valgo, IV-A flexible y IV-B rígido.14 Reconociendo la inestabilidad de la
columna interna, abducción del antepié y el varo del mediopié, Bluman y cols.,
en 2007, modifican todas las etapas para subdividirlas en diferentes
categorías, con la expansión más obvia en el estadio II (Tabla 2).15
Esta clasificación fue muy utilizada por el valor
agregado de servir como guía de indicación quirúrgica y tipo de procedimiento
por realizar. Se reconoce, sin embargo, que dicha modificación también era
limitada y no incluía suficientemente los detalles anatómicos y radiográficos
de la deformidad. En 2012, Raikin y cols. introdujeron una nueva clasificación,
centrada más en el mediopié, llamada RAM, que divide la deformidad en los
componentes individuales implicados en el proceso de la enfermedad (Tabla 3).16
Mantiene la clasificación original de los 3 estadios, así como las
subclasificaciones introducidas por Bluman y cols., pero aplicadas por separado
al retropié (R: rearfoot), tobillo
(A: ankle) y mediopié (M: midfoot).16
En 2013, Ritcher y Zech publicaron otra clasificación clínica, dividieron a la
enfermedad del pie plano del adulto en 4 estadios según la función del TTP,
independientemente de la flexibilidad de las articulaciones. La idea original
de los autores era diferenciar la insuficiencia del TTP y la rigidez de la
deformidad, y sugirieron que existen pacientes con pies colapsados que no están
rígidos, y pies rígidos sin ninguna lesión del TTP.17
Si bien estas clasificaciones siguen siendo
utilizadas, los 3 principales objetivos del grupo de expertos de incorporar una
nueva clasificación fueron: 1) asegurarse de quitar al TTP como causa de
enfermedad; 2) enfatizar el hecho de que pueden ocurrir múltiples deformidades
al mismo tiempo, en diferentes sectores anatómicos (multifocal) del pie y el
tobillo; y 3) abandonar el concepto del desarrollo secuencial de la deformidad
por sectores anatómicos (primero, lesión del TTP y, por último, afectación del
tobillo), afirmando que existe secuencialidad temporal, es decir, primero las
deformidades son flexibles y luego progresan a deformidades rígidas.
La nueva clasificación propuesta por el grupo de
expertos abarca aspectos anatómicos y funcionales. Se basa únicamente en la
flexibilidad o rigidez del segmento anatómico afectado, el tipo y la ubicación
de la deformidad determinada por el examen físico. La clasificación incluye 5
clases de deformidades que pueden ocurrir aisladas o simultáneamente
(combinadas). Cada clase puede ser subdividida en estadio I (flexible) o estadio
II (rígido). Los cinco tipos de deformidad (clases) son: (A) valgo del
retropié, (B) medio/antepié en abducción, (C) antepié en varo o inestabilidad
de la columna medial, (D) subluxación periastragalina y (E) inestabilidad de
tobillo.4 Los expertos proponen
clases con letras diferentes para hacer referencia a que el paciente podría
tener uno o más elementos de la deformidad al mismo tiempo. Por ejemplo, si un
paciente presenta una disfunción del TTP con estadio y clase IAB, hace
referencia a deformidades flexibles con marcado valgo del retropié y un
incremento de la abducción del mediopié. Otro ejemplo puede ser un paciente con
estadio IABE IID, entendiendo que estamos en frente de un caso clínico con un
retropié valgo, abducción del mediopié, deformidad en valgo del tobillo (todas
las deformidades flexibles), más un antepié en supinación rígida o con
inestabilidad medial de la columna interna.
Lee y cols. estudiaron la confiabilidad intra e
interobservador de la nueva clasificación de la DCPP. Evaluaron 94 pies, con
tres observadores independientes. Los hallazgos demostraron una concordancia
intra e interobservador alta y moderada, respectivamente. Solo un 5,8% de los
pacientes tenían deformidades aisladas, y las combinaciones más frecuentes eran
IABC, IAC y IABCD.18 Li y cols.
evaluaron la precisión diagnóstica de la clasificación. Estudiaron, en forma
prospectiva, a 20 pacientes, con 13 observadores. Los resultados arrojaron una
precisión diagnóstica global, de clase y estadio del 71%; 78,3% y 81,7%, respectivamente.19
Tomografía computarizada con carga
Muchas de las clases se pueden diagnosticar con
facilidad clínicamente y con radiografías, como las clases A (valgo del
retropié) y E (inestabilidad del tobillo). Sin embargo, la clase D (subluxación
periastragalina), donde hay una deformidad con rotación externa, valgo y
traslación lateral del calcáneo en relación con el astrágalo, se diagnostica
mejor con la TCc. A pesar de que los expertos indican amplios beneficios del
uso de la TCc, la inclusión de los hallazgos en la TCc en el nuevo sistema de
clasificación obtuvo una recomendación débil.7
Uno de los motivos es su baja disponibilidad. En Sudamérica, hay solo dos de
estos dispositivos. Los expertos sugieren que, cuando los centros médicos
disponen de este estudio, se emplee para la planificación preoperatoria, y
aprobaron por unanimidad que los signos por evaluar en las imágenes son el
pinzamiento del seno del tarso, el incremento de la inclinación del valgo de la
faceta posterolateral de la articulación subastragalina, la subluxación de la
faceta posterolateral o medial de la articulación subastragalina y el
pinzamiento subperoeno.7 La TCc
no solo permite confirmar el diagnóstico, sino también predecir el pronóstico
en el avance de la enfermedad. de Cesar Netto y cols. estudiaron, en forma
retrospectiva, TCc (cortes coronales) en pacientes con DCPP y un grupo de
control, e informaron que los pacientes con DCPP tenían valores más altos de
descobertura e incongruencia articular de la faceta medial de la articulación
subastragalina (p <0,0001) como marcador aislado de subluxación
periastragalina. Además, hallaron que la descobertura e incongruencia articular
de dicha faceta tiene una alta precisión diagnóstica (>17,9%, con 100% de
especificidad y 96,7% de sensibilidad; >8,4° con 100% de especificidad y
100% de sensibilidad, respectivamente) y representa un marcador temprano de
subluxación periastragalina (faceta media vs. faceta posterior: 17,7%) en la
DCPP.20,21 A pesar del uso de
nuevas tecnologías con la TCc, las radiografías convencionales anteroposterior
y lateral del pie, con carga y de frente o mortaja del tobillo son esenciales.
Estadio I
Un aspecto importante de este nuevo consenso es
abandonar el uso del estadio I (pacientes con dolor, pero sin deformidad) de
las viejas clasificaciones. El consenso considera que no existe una descripción
válida para este, y solo 5 de los 9 expertos (56%) sugieren que puede existir
algún tipo de cirugía para dicho estadio. Los expertos afirman que, en esta
etapa de la enfermedad, existiría una tendinitis/tendinosis del TTP, pero sin
deformidad, y argumentan que es un proceso estable. Consideran que el TTP
fracasa como consecuencia de la atenuación secundaria de ligamentos en
pacientes con deformidades óseas subyacentes.4
A pesar de esto, algunos autores sostienen que se debería continuar utilizando
el estadio I para aquellos pacientes con una deformidad en valgo del retropié
sutil (no observada en radiografías con carga, pero sí en la TCc), con dolor e
inflamación en tejidos blandos mediales (TTP, ligamento calcáneo-escafoideo o
deltoideo), y con algún factor de riesgo para la progresión de la enfermedad
(obesidad, laxitud, enfermedades inflamatorias crónicas o contractura de los
gemelos).22
En el consenso, durante la votación y la discusión,
los resultados reflejaron que el hallazgo más importante en el viejo estadio I
sería el dolor en el TTP (5/9, 56%),
seguido de la contractura del gastrocnemio y valgo moderado del retropié (2/9,
22%). Las cirugías que se pueden indicar en este estadio serían: recesión del
gastrocnemio, tenólisis y desbridamiento del TTP y osteotomía medializante de
calcáneo (5/9, 56%), seguida de
osteotomía de Cotton, tenólisis y desbridamiento del TTP y artrorrisis (1/9,
11%).4
Durante los últimos 30 años, se han publicado
numerosas clasificaciones basadas principalmente en la flexibilidad y el lugar
de la deformidad, haciendo hincapié en que la enfermedad se producía
principalmente por lesión del TTP. Quizás, por este razonamiento, quedó
limitado el progreso del conocimiento, sobre todo para entender las causas de
la enfermedad. Los nuevos estudios de anatomía, biomecánica e imágenes han
llevado a comprender mejor las deformidades subyacentes, como la posición y la
angulación articular, la morfología ósea, que pueden justificar las causas, e
incluso predecir qué pacientes pueden desarrollar la DCPP. Quizás que la llave
que destraba lo controversial del pie plano del adulto sea el abandono del
concepto del TTP como causa de la enfermedad.
Fortalezas
El cambio de nomenclatura de pie plano adquirido
del adulto a DCPP refleja una compresión más completa de la enfermedad como una
entidad que progresa con el tiempo. Esto es de suma importancia porque el
término de pie plano, a menudo, se asocia a una condición clínica estática y
benigna, mientras que la deformidad colapsante implica un proceso dinámico y
progresivo que puede resultar en dolor y trastornos funcionales. Incorpora el
uso de la TCc, lo que permite evaluar cómo es el comportamiento en las imágenes
del pie en bajo peso corporal, lo que ofrece una imagen más real y precisa de
la arquitectura ósea y articular del pie con dicho cuadro. Además, proporciona
una descripción más detallada de los diferentes estadios y categorías. Esto no
solo facilita el tratamiento, sino también una mejor comunicación entre
diferentes cirujanos.
Debilidades
Como sucede con viejas clasificaciones, la actual
incluye varias clases que pueden ser difíciles de memorizar y aplicar
clínicamente. La subdivisión de la enfermedad en varias clases puede parecer
excesiva y complicada para una aplicación práctica rápida en el ejercicio
clínico diario. La incorporación de solo 2 estadios y 5 clases genera hasta 242
combinaciones posibles. Un aspecto importante es que las clasificaciones deben
ser fáciles de seguir y de utilizar. Tal como sugieren Boakye y cols., para que
la clasificación sea más amigable debería tener una estructura más intuitiva.
El grupo de expertos desarrolla la clasificación utilizando una organización
anatómica, pero no sigue un patrón lineal. Comienza con la deformidad en valgo
del retropié como clase A y luego progresa distalmente hasta la clase C (varo
del antepié), después de lo cual el sistema salta, en forma retrógrada, a la
subluxación periastragalina como clase D y luego nuevamente a la inestabilidad
del tobillo como clase E. La clasificación sería más fácil de recordar
siguiendo una sola dirección desde el tobillo hasta el antepié. Otra limitación
en la estadificación es que los autores no mencionan si las deformidades
flexibles son estables o inestables, incluso pueden existir articulaciones con
procesos artrósicos flexibles o inestables.23
La DCPP no es un cuadro con una baja incidencia y prevalencia en la población;
por ende, la nueva clasificación no puede alinearse bien con la terminología y
los criterios utilizados en estudios y registros clínicos previos sobre el pie
plano del adulto. Esto puede dificultar la comparación longitudinal de datos y
la evolución de la eficacia de los tratamientos a lo largo del tiempo.
Como ocurre con muchos cambios en la terminología
médica puede haber resistencia entre los profesionales que están acostumbrados
a los términos y clasificaciones anteriores. La reticencia al cambio puede
retrasar la adopción de la nueva nomenclatura y afectar su aplicación. En
muchas situaciones, las clasificaciones más utilizadas resisten la prueba del
tiempo, incluso cuando surgen nuevas opciones de tratamiento.
La TCc representa un gran avance en el campo de la
DCPP. Sin embargo, no está disponible en todos los países, lo cual puede
limitar su uso. Es crucial que las nuevas clasificaciones basadas en este nuevo
recurso sean flexibles y adaptables, que permitan su uso junto con métodos
diagnósticos más tradicionales en áreas donde la TCc no está disponible.
Estas críticas reflejan las preocupaciones comunes
en la transición a nuevas terminologías médicas, que siempre deben equilibrar
la necesidad de precisión y actualización con la practicidad y la comunicación
médica. Mientras la intención detrás de actualizar la nomenclatura y la
clasificación puede ser mejorar el manejo clínico y quirúrgico del paciente con
DCPP, existen desafíos significativos relacionados con la implementación, la
comprensión y la consistencia en su uso.
CONCLUSIONES
Los avances en la comprensión de las deformidades
del pie y los cuadros asociados que surgen de nuevas investigaciones conducen,
con el tiempo, a revisiones o actualizaciones de los sistemas de clasificación.
Los sistemas de estadificación, a menudo, se
desarrollan para clasificar la gravedad de una afección según diversos
criterios, como características clínicas, hallazgos de imágenes y deterioro
funcional. La nueva estadificación propuesta para la DCPP podría proporcionar a
los cirujanos un enfoque más estandarizado para evaluar y controlar la
afección, lo que podría conducir a mejores resultados para los pacientes. Sería
valioso seguir revisando este nuevo sistema de estadificación en el contexto de
su validación, confiabilidad y utilidad clínica para determinar su efectividad
para guiar las decisiones de tratamiento y el pronóstico. La nueva nomenclatura
tiene como objetivo mejorar la claridad, la precisión y la coherencia de la
terminología aplicada a la DCPP. Si se propone esta nueva nomenclatura, sería
beneficioso evaluar su adopción y aceptación dentro de la comunidad médica
traumatológica para comprender su impacto potencial en la práctica clínica y
futuras investigaciones.
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ORCID de J. Porta: https://orcid.org/0000-0001-9662-0367
ORCID de I. Toledo: https://orcid.org/0000-0003-4033-8818
Recibido el 8-7-2024. Aceptado luego de la evaluación el
11-1-2025 • Dr. Ezequiel Catá • ezecata@gmail.com • https://orcid.org/0000-0002-4893-6006
Cómo citar este artículo: Catá E, Porta J, Toledo I.
Deformidad colapsante progresiva del pie. Rev
Asoc Argent Ortop Traumatol 2025;90(2):177-184. https://doi.org/10.15417/issn.1852-7434.2025.90.2.1997
Información del artículo
Identificación: https://doi.org/10.15417/issn.1852-7434.2025.90.2.1997
Fecha de publicación: Abril, 2025
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conflictos de intereses.
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